martes, 29 de octubre de 2013

Otoño, llega ahora, o calla para siempre

Menos mal! Más de un mes con el abrigo a punto de caramelo y hemos tenido que aguantarlo una semana más dentro del armario. Así nos luce el pelo, todas las castañas apostadas en los árboles por culpa de un viento que ha sido más bien un susurro y no las ha empujado a caer y romperte la crisma....
Otoño, llega ahora o calla para siempre, y permite que nos adentremos en los bosques Asturianos, que con la seronda tardía, están en su máximo esplendor.
Dicho y hecho, nos hemos escapado a Redes este fin de semana, y en este post, os pongo la miel en los labios para que os animéis a visitar esta zona de Asturies, muy agreste todavía, y os adentréis en lo salvaje...
Nosotros, queríamos caminar, y teníamos ya un planning más o menos preparado, pero nos dejamos aconsejar por Juan, el propietario de La seronda de Redes, que fue nuestro refugio en estos días, y que con la bienvenida a la casa nos introdujo en los tesoros de los concejos de Sobrescobio y Caso que en su unión, componen el Parque Natural de Redes (Reserva de la bioesfera)
Para ir abriendo boca, recorrimos el itinerario que rasga el río Alba en la roca caliza, desfiladero que transcurre cercano al susurro del río, que acompaña toda la ruta, dando lugar a las cascadas y pozas que dan hogar a las nutrias, truchas, y más fauna y que también colorean las hayas, texos, tilos y acebos propios de la zona
Es una ruta muy asequible que se hace en unas cuatro horas, de baja dificultad y que te permite completar el día con una visita a un pueblín de la zona. 
Nosotros fuimos a uno, guapo, guapo: Ladines. Abierto a una panorámica del valle espléndida, que se completa con los rincones que moldean sus casas de piedra. Cuenta además este pueblo, con una invitación abierta a todos sus visitantes, a la Fábrica de Miel y licores Vayú. Allí os encontraréis con Fran y Esther, que os acogerán en su tienda, para compartir con vosotros sus productos de fabricación casera y descubriros los entresijos de las abejas Vayú, las incansables trabajadoras de esta fábrica. 
En el segundo día, nos decidimos a conocer el bosque que da nombre al Parque: El bosque de Redes. Una extensión de monte de Roble, castaño y haya, fusionado con praderas de helecho que te adentran en la Vega de Brañagallones, donde las cabañas que se utilizaban como cobijo de pastores durante el verano están muy bien conservadas, y serán una posada incomparable para degustar el bocata de tortilla de patata que en la vega sabe mejor si cabe.
Al regreso, parada en Campo Caso con compañía de unos amigos para tomar unos vinines en la capital del concejo, antes de recogernos en la casa, al arrullo de la chimenea de piedra donde un dulce sueño te ataca con el recuerdo de un paraíso tan natural en Asturias pero tan ajeno al día a día de Gijón, Avilés y Oviedo.
La única pena es que ya se hace de noche tempranito... Aunque cuando fuimos aun no se había cambiado la hora. Ahora os toca a vosotros, ¿os animáis a ir?



1 comentario:

  1. Qué bien os lo pasáis eh? A ver cuando una visita a tierras Perlorianas y haces una crónica tan bonita. Nos vemos!!

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